Lilith es un demonio hembra que merodea por las ruinas.
Y un sátiro llamará a otro;
también allí reposará Lilith.
Isaias 34,14
Tú traes un rumor a mi tragedia. Te anuncias, Asmodeo, como un caminante en un río de piedras que sollozan, pero no, es el Mar Rojo y tú, estás maldito. Desatas mi cabello y yo te empujo. Soy yo la que debe hacerlo. Yo soy el pájaro emboscado en la lujuria. Una grieta en el muro del Edén. Una vez fui una ofrenda pero ahora soy música para la sangre. Amado rostro entre las sombras, no me muestres el camino, mi nombre llegará lejos. No soy bruja, no soy puta, soy una mujer que jadea ante los hilos futuros. Crea un jardín petrificado desde la que me creó hasta mi y entonces, te seguiré. Toca mis hombros y deja que tus manos se resbalen. El sauce de Innana observa nuestras manos, sin ramas y sin hojas. Ahí está mi hogar. Junto a las imágenes obscenas de mi libertad. Anzu y la serpiente luchan en el árbol de la vida. Y que suene siempre la música, para asistir al nacimiento de los sátiros, de las mujeres cubiertas de ojos, bañadas por el sexo. No tengo la boca cosida. No tengo los párpados cosidos. Tengo gestos en mi cuerpo que borran la amplia gama de los miedos.
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro abandone el ramo en el umbral.
Y te perderás en esa imagen presentida.
Yo ya he volado.
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