Has construido tu casa
has emplumado tus pájaros
has golpeado al viento
con tus propios huesos
has terminado sola
lo que nadie comenzó.

ALEJANDRA PIZARNIZ.

lunes, 22 de agosto de 2011

LAS RAPACES DE JOICE MANSOUR


Las rapaces te persiguen, tratas de escapar, pero el paisaje - desnudo desprecia a quien vive cerca del sexo del diablo, lo sabes, corre, se te hace tarde, desgarra tu vientre y observa tus senos consumidos por el aire podrido, por la sangre de los niños. Lascivia en tus ojos cuando ves el cadáver, canciones guturales nacen de las montañas. Tu abuela te lo advirtió: no mojes la cama, que sean otros los que lo hagan. Tus piernas haladas cuelgan del campanario desde hace diez días, quince o tal vez desde siempre. Agáchate que no te vean. Corre. Corre. Ya están aquí los sátiros para hacer de tu flujo un lugar de descanso. Sé que quieres. Sé que tu cuerpo levanta la cabeza: Quieres alimentarte, quieres saciarte. Acuérdate de Dios, de cuando rezabas en la oscuridad, de cuando los pecados dejaban de serlo tras ser nombrados. Una perra en celo con los cabellos secos te desafía. No sientes miedo, tú has buscado un nombre, un estremecimiento, sólo querías leche fresca, que tus hijos se meen de odio.


He despertado. Nunca he tenido ideas propias. Me estoy ahogando. Mis pulmones y mi sexo se excitan cada segundo con mis recuerdos. La ventana está abierta. Amanece. Mis sueños se esconden dentro de casa. SALIR DE AQUÍ. Él no se despierta. Pasado – Presente – Futuro. Tiemblo. Un hermano ausente. Despierta. Despierta. Despierta. Tienes que consolarme. Darme la mano. Yo escupiré sobre sus huesos, no te preocupes. La huérfana te mostrará que su piel ya no es como la nuestra. Me vuelvo a la cama saciada de desprecio. Esta jaula lame mis pies de plástico. Te levantas frotándote los ojos. Me tomo el zumo, las tostadas (tengo que hacerlo). Ella lo quiere así. Después lo haces tú. Me mareo. Shhhh… Los fantasmas se quieren ir a dormir… shhhh… Su sueño es plácido, yo no espero nada. Me sujeto a ti, hermano, para no hundirme. Mis ojos enrojecidos dejan de hablarle a los muñecos, a los personajes imaginarios, a la infancia. Sé que mi vida será un ovillo de comienzos. ¿He madurado ya? ¿Cuándo ocurre eso? Oigo sirenas. Golpes en la puerta de la entrada. Ahora es cuando deseo que no abran la puerta.